Hace poco que estuvimos en la revisión de los dos años de mi
hija. En un principio, sabía que no tardaríamos mucho en la consulta, debido a
que la niña no ha mostrado ningún signo de que se encuentre mal o que haya algo por lo que preocuparnos, pero desde
luego tampoco me esperaba cómo transcurrió todo.
Resulta que como la cita era a las 9.00 de la mañana, la noche anterior
tuvimos que variar nuestros horarios de baño y cena, para que a la peque le
entrara el sueño antes. Normalmente, se
suele dormir sobre las 23.00 y se despierta
alrededor de las 9.30 del día siguiente (no duerme del tirón, ya
quisiera yo), pero esa noche intentamos que se durmiera antes, cosa que no conseguimos, y terminamos durmiéndonos las dos sobre las 00.00
(tengo que aclarar que la cita fue a finales de septiembre, y todavía estábamos
con el horario de verano).
El caso es que al día siguiente la desperté a las 8.00 y le
costó un poquito. Apenas tomó nada de
desayuno, tan solo su tetita. La vestí medio dormida, le puse la ropa mas
cómoda y fácil de quitar que encontré, cosa que no fue difícil, ya que donde vivimos,
en esta época, todavía no hace frío a esas horas.
Con carita de sueño y un
pequeño peluche en sus brazos, la monté en el coche, y 10 minutos antes de la hora de la cita, ya estábamos en
la sala de espera. Curiosamente no había
nadie, y me pareció raro.
Esta era la segunda vez que la misma pediatra iba a ver a mi
hija. Resulta que antes teníamos otra, pero debido a una serie de cosas que vimos
en ella y la manera de proceder en sus diagnósticos, decidimos cambiar a la que
la iba a ver hoy. Antes de llegar a la sala
de espera, pregunté en el mostrador de información por la consulta en donde estaba
la Doctora, y me dijeron que la que había no era la titular, si no una sustituta,
debido a que la titular estaba de
vacaciones. Esto me sorprendió bastante, porque es raro que una profesional programe una
revisión de una de sus pacientes para cuando está de vacaciones, ¿no?
Pues nada, que como
decía mas arriba, nos encontramos la sala de espera vacía, y al parecer era con
razón. No nos llamaban y cuando vi que eran las 9.15, decidí tocar a la puerta
de la consulta. No suelo hacer esto, puesto que imagino que debe resultar
molesto para el médico, por si aprovecha entre cita y cita para ordenar sus papeles
o para lo que sea, pero en este caso, como no había nadie…
Toco, me asomo con la peque ya delante de mí, y bruscamente, la Doctora, me dice que espere,
que en seguida llamaría. Me quedo con cara de tonta y cierro sin
articular sonido alguno, y a los pocos minutos se oye por el altavoz el nombre
y apellidos de mi hija.
Entramos, y casi sin darnos tiempo a tomar asiento me dice
que para qué hemos
ido, y asombrada le digo que para la revisión de los dos años. Mira el
monitor del ordenador que tiene delante y exclama un ¡ah!, y desde ese momento comienza
una de las citas mas surrealistas que he tenido nunca. Casi sin mirarme ni a mi
ni a mi hija, me dice que le quite la ropa y cuando estoy a medias en mi tarea,
que comienza a resultarme un poco difícil, porque en cuanto he cogido a mi
peque y la he subido a la camilla, ha intentado por todos los medios a su
alcance librarse de mi, y al ver que la cosa va en serio, ha empezado a
protestar, la Señora pediatra,
abre la puerta de la consulta de par en par y me dice que vuelve enseguida.
En ese momento ya tengo a mi hija desnudita, y aunque no
hace frío, me quedo estupefacta, y la cojo en brazos, porque sus protestas
empiezan a ser ya algo mas serio, y porque es lo que me sale en ese momento.
La Doctora no tarda demasiado, pero yo empiezo a estar
incomoda, y mi nena, obviamente, también. Me dice que la ponga en el peso, y
después la mide tumbada. Intenta medirle la cabeza, pero a estas alturas mi
hija ya está llorando desconsolada, entonces le dirige unas palabras,
supuestamente en tono cariñoso, pero que a mi me suenan como si las dijera la “Bruja del Norte”. Acto seguido pasa a
intentar obscultarla con el fonendoscopio, pero cada vez se hace mas
complicado. Por supuesto que yo estoy
todo el tiempo diciéndole palabras tranquilizadoras a mi nena, y acariciándola,
pero se hace difícil. Le mira los oídos como
puede, la boquita, y me dice que la puedo vestir.
Y aquí es cuando viene lo mejor. Mientras la voy vistiendo
me hace una serie de preguntas rutinarias, que también voy contestando de forma
mecánica, ¿come
bien?, Sí;
¿come de todo?,
Sí; ¿toma lácteos?,
Sí, y le doy pecho; en este punto aparta
la cabeza del monitor y me mira por primera vez a los ojos, prosigue levantando
el tono, ¿solo toma leche de pecho?, le
respondo enseguida con sorpresa y alzando yo también la voz, pues obviamente
NO, le estoy diciendo que toma de todos los alimentos, y lácteos, pero que
también toma leche materna, se interrumpe su mirada y vuelve a sumergirla
en el monitor y en voz mas baja e indiferente dice la leche materna ya no le aporta nada…,
y lo siento, en cuanto oigo estas palabras salir de la boca de una supuesta
profesional de la salud infantil, no puedo contenerme mas, y le suelto ¿Cómo que no le
aporta nada? Que yo sepa la leche materna no pierde sus propiedades a medida
que los bebés crecen, si no al contrario, se va adaptando a las necesidades del
niño, además contiene un montón de sustancias indispensables para el
crecimiento, como inmunoglobulinas, hormonas, encimas…, y la OMS estima la edad
ideal de destete del niño entre los 2 y los 7 años…, después de
decir esto último, y para respirar un poco me quedo callada e intento
reflejar en mi cara lo que yo creo que es una sonrisa, pero debido a lo
sorprendida que estoy por haber soltado todo eso, parece mas bien una mueca
extraña. La Doctora me mira y también me ofrece una especie de sonrisa-mueca, y
nos quedamos calladas las dos. A todo esto mi hija sin llorar pero con
evidentes signos de desasosiego se remueve en mi regazo e intenta zafarse de mí.
Con todo mi aturdimiento, y dándome cuenta de que la
Pediatra también está descolocada no alcanzo a nada mas que a decir, bueno, ¿ya está
todo?, y ella responde un escueto Sí.
Recogí lo mas
velozmente que pude la documentación de la peque y salimos de allí mas rápidas
de lo que habíamos entrado, con mi hija ya casi a dos metros por delante de mi y
si mirar ni un momento atrás.
Yo tengo un hijo de 10 meses y una niña de 2 años y medio. A los 2 los desteté antes de los 9 meses. De todas formas no se puede comparar lo que les aportaría m propia leche con lo que les aporta la leche de un vaca (además tratada).
ResponderEliminarLa leche de vaca está pensada para los bebés de las vacas y la leche humana para los bebés humanos. No hay más. Todo lo que hagamos luego como por ejemplo beber leche de un mamífero que no es de nuestra especie, en otras épocas se habría visto como algo muy rarito.
Todo este rollo te cuento para decirte que no estoy de acuerdo con que la doctora diga que la leche materna no le aporta nada a tu hijo. Creo que sí que le aporta porque eres su madre y la leche está totalmente adaptada a ella. Saludos.
Está claro Sonia, por suerte hay muchas madres como tú y yo, que sabemos que esto es así, pero hay otras muchas, que si una persona que se dedica exclusivamente a la salud infantil (pediatra) le dice que la leche materna no le aporta nada a su hijo, pues lógicamente le hace caso, porque para eso es un profesional, y entonces es cuando no entiendo esta tendencia que tienen algunos pediatras a decir estas cosas! Muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo grande!!
¡Vaya !profesional"! De verdad que hay cada pediatra por ahí... Supongo que se deshumanizan cada día un poco más porque tendrán casos y casos en sus consultas y algunos serán difíciles de olvidar. Pero los niños no son objetos y se deben tratar siempre con la delicadeza y atención que necesitan. Si nos son capaces que escojan otra rama de la medicina.
ResponderEliminarExacto, que escojan otra rama, y que sobre todo se renueven, y que no sigan aconsejando a las madres que desteten a sus hijos lo antes posible, o que les digan que la teta les va a crear dependencia de la madre, o demás barbaridades que he tenido que escuchar, me crispa que haya tantos pediatras que sigan en esta línea.
EliminarUn gran saludo!!
Totalmente de acuerdo
EliminarAy Mónica, visualicé cada palabra de tu relato y que también los viví.
ResponderEliminarPareciera que los médicos se quedaran solo con lo que escribió uno anterior en algún libro añejo, pero no se actualizan. Pareciera que prefirieran quedarse como autómatas repitiendo que la leche deapués de los 6 ó 9 meses "ya no sirve". Es una pena.
Fuiste valiente en decirle todo aquello, yo callaba o les decía "si, si" solo para dejar de escuchar el sermón, pero luego en milactancia duré muchísimo tiempo más.
Saludos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarSí, Pamela, yo llevo 2 años callando, como tú dices, pero es que el otro día ya no me pude contener. Actualizarse es lo que tienen que hacer, y dejarnos a las madres que queremos dar el pecho que lo hagamos tranquilas y sin hacernos sentir inútiles, o mal con nosotras mismas.
EliminarUn fuerte abrazo!!
Lamento el tono del post, la visita al pediatra tendría que ser algo agradable, un momento de encuentro con el profesional de la salud, de compartir experiencias y todo ello encaminado al bien del niño... sin embargo muchas veces la realidad es otra, como la que has descrito.
ResponderEliminarMédicos poco formados en temas que les atañen directamente, como la lactancia, y además poco amables con sus pacientes y esto, en el caso de los niños es más deprimente aún.
Queda tanto camino por recorrer!
Hiciste muy bien al contestarle así, el amor de madre nos da alas muchas veces, bravo!
La verdad es que creo que he llegado a un punto en el que ya no puedo callarme las cosas, por suerte mi hija es una niña sana y hemos acudido lo imprescindible a la consulta del pediatra y para una vez que fuimos a urgencias por una fiebre alta que le dió, también tuvimos una experiencia muy negativa y esto está haciendo que cada vez seamos mas reacios a acudir a centros médicos y demás. Me entristece que esto sea así.
EliminarUn abrazo.
Comparto tus palabras. Mis visitas a nuestro pediatra son para dejarte ojiplática... Por eso vamos lo justito.... Es triste.
ResponderEliminarMuchas gracias por comentarme, y por seguirme, es muy triste que haya tantos profesionales de la sanidad que parece como si estuvieran ya de vuelta de todo, que además carecen de empatía hacia sus pacientes, por cierto he leído un poco de ti en tu blog y creo que me quedaré por allí...
EliminarUn abrazo!!