domingo, 26 de febrero de 2012

El sueño de una madre (a Caroline Lowell)

El otro día descubrí a Caroline Lowell.  Algo había oído comentar a cerca de esta mujer, pero no hice mucho caso, ya que lo que vino a mis oídos fue poco mas que un pequeño comentario que hizo una compañera del trabajo, sin poner nombres, lugares,  ni fechas, y se limitó a decir que había muerto mientras daba a luz en su casa.

Hace unos pocos días vi la cara de esta mujer en uno de los blogs que voy descubriendo constantemente por la red, algunos de los cuales me sirven de inspiración, y me invadió una profunda tristeza al leer lo poco que se ha sabido de su historia. Rápidamente puse su nombre en el buscador de google y me salió la noticia en diferentes páginas de varios diarios nacionales. La noticia decía poco de lo que le había sucedido, y en casi todos los artículos coincidían en que era una activista australiana cuya mayor lucha en su país había sido la de intentar la normalización del parto en domicilio propio y que su segundo parto, en su casa, había acabado en tragedia. Ella había sufrido una hemorragia y un paro cardiaco, y a consecuencia de esto murió poco después en el hospital y el bebé que tuvo sobrevivió. En algunos diarios aprovechaban para realizar una crítica hacía los partos domiciliarios y en la mayoría lo ponían, como mínimo, en entredicho…

Yo no quiero escribir acerca de lo que pienso sobre poder parir como la madre esté mas cómoda, ya sea en su casa o en un hospital(siempre y cuando no sea un embarazo de riesgo), ni tampoco de si la muerte de Caroline Lowell se podría haber evitado o no, porque tal vez le podía haber pasado lo mismo estando en un hospital, y de hecho cuando esto sucede no sale en todos los periódicos, de lo que quiero escribir es de lo que me transmitió el semblante de esta mujer cuando vi su foto… Lloré… Lloré porque vi la mirada de una madre, vi la mirada de una mujer llena de amor hacia sus hijos… No pude evitar ponerme en su piel y por un instante se me hizo un nudo en la garganta… Por un momento me sentí como si estuviera en la habitación fría de un hospital cualquiera y tal vez semiconsciente, imaginé  sus últimos pensamientos, imaginé ese amor que desborda a toda madre que acaba de parir y que ya no iba a ser entregado a lo mas preciado que había en  su vida… Casi pude ver como lloraba, rota de dolor, porque sus pequeños se iban a quedar sin ella… Casi pude ver a ese bebé recién nacido que no se verá reflejado en los ojos de su mamá mientras se alimenta de su pecho, que no tocará con sus manitas las de ésta, que no volverá a oír  la voz de la que le trajo al mundo…

Quizá Caroline Lowell no volvió a estar consciente después del parto, quizá no llegó ni a tener ningún pensamiento, eso no lo sé, pero sea como fuere deseo que encontrara algún consuelo a todo ese dolor que se ha llevado con ella y que sepa que una pequeña parte de él se ancló en mi corazón al ver su rostro… Creo que toda madre podrá compartir una parte de ese dolor al conocer su historia…   Lo único que me queda por decirte Caroline, es que  tu alma descanse en paz…

miércoles, 15 de febrero de 2012

AMOR MATERNAL

El día en el que pasé de ser yo a ser nosotras fue el día en el que empecé a notar los movimientos de Daniela dentro de mi barriga. Esto ocurrió a los cuatro meses y medio de embarazo aproximadamente. Tenía tantas ganas de sentirla que rápidamente reconocí aquello que me habían contado otras madres, y que había leído por ahí, con descripciones algo confusas que me hacían pensar que no sabría reconocerlo, pero por el contrario en cuanto empecé a notar sus movimientos, como digo, supe que era ella sin dudarlo. Desde ese día mi yo cambió.  Era como si me mirara constantemente hacia dentro y como si lo mas importante de mi ser se concentrara en aquella barriga mía, que albergaba a ese pequeño corazoncito.  A medida que iba avanzando el embarazo, este sentimiento se  hacia mas fuerte y también aumentaban las ganas de  ver a la criaturita que llevaba dentro, hasta el punto de desear con todas mis fuerzas ponerme de parto para que llegara ese momento tan ansiado.

 El día que Daniela nació afloraron, por fin, un montón de sentimientos acumulados, y por desgracia, lo que mas gravado quedó en mi cabeza fue cuando me dijeron que ya había salido, sí, sí, me lo tuvieron que decir porque, como ya he contado en anteriores entradas, en el Hospital USP San Carlos de Murcia me pusieron tanta anestesia Epidural que no pude sentir cuando ella llagaba al mundo, así es que en el instante en el Gonzalo me dijo que ya había salido deseé con todas mis fuerzas poder verla y tocarla, pero también me privaron de ese momento tan especial para toda madre. Entonces mi sentimiento fue de abandono y soledad, ni si quiera mi marido consiguió consolarme. Yo no podía evitar ver a través de los ojos de mi pequeño bebé, y lloré amargamente suplicando que me la dieran, cosa que no hicieron hasta pasada media hora. A partir de ahí me quedó claro que mi hija ya no formaba parte de mi propio cuerpo, fui consciente de nuestra separación física, pero seguíamos estando unidas emocionalmente. Esa unión fue muy fuerte durante los primeros meses de vida de Daniela, si la separaba de mi aunque fuera para dejarla en una cunita era como sentir el frío y el abandono que ella sentía, como si fuera mio, y por eso decidí que dormiría conmigo.  Luego he leído que ellos, los bebés, no son conscientes de que son ellos mismos quizás hasta los 4-6 meses (no estoy muy segura), y creen que son parte de la madre (…) y la verdad es que yo también lo sentía así.

 Ahora mi hija tiene 17 meses y la sigo sintiendo como una prolongación de mi misma, ella crecerá y algún día será mayor e independiente, y cuando llegue ese día no podré evitar pensar que sigue siendo parte de mí aunque ella no me necesite ya. Esto para mi en AMOR INCONDICIONAL, amor por encima de mi propia persona, amor que no es comparable con el que se le tiene a la pareja, al hermano/a, e incluso a la propia madre, y es curioso, porque sé que ella me querrá mucho a mi, pero nada comparado con lo que yo la quiero y la querré por siempre, y aun sabiéndolo sé que daría mi vida por ella sin pensármelo…