El otro día descubrí a Caroline Lowell. Algo había oído comentar a cerca de esta mujer, pero no hice mucho caso, ya que lo que vino a mis oídos fue poco mas que un pequeño comentario que hizo una compañera del trabajo, sin poner nombres, lugares, ni fechas, y se limitó a decir que había muerto mientras daba a luz en su casa.
Hace unos pocos días vi la cara de esta mujer en uno de los blogs que voy descubriendo constantemente por la red, algunos de los cuales me sirven de inspiración, y me invadió una profunda tristeza al leer lo poco que se ha sabido de su historia. Rápidamente puse su nombre en el buscador de google y me salió la noticia en diferentes páginas de varios diarios nacionales. La noticia decía poco de lo que le había sucedido, y en casi todos los artículos coincidían en que era una activista australiana cuya mayor lucha en su país había sido la de intentar la normalización del parto en domicilio propio y que su segundo parto, en su casa, había acabado en tragedia. Ella había sufrido una hemorragia y un paro cardiaco, y a consecuencia de esto murió poco después en el hospital y el bebé que tuvo sobrevivió. En algunos diarios aprovechaban para realizar una crítica hacía los partos domiciliarios y en la mayoría lo ponían, como mínimo, en entredicho…
Yo no quiero escribir acerca de lo que pienso sobre poder parir como la madre esté mas cómoda, ya sea en su casa o en un hospital(siempre y cuando no sea un embarazo de riesgo), ni tampoco de si la muerte de Caroline Lowell se podría haber evitado o no, porque tal vez le podía haber pasado lo mismo estando en un hospital, y de hecho cuando esto sucede no sale en todos los periódicos, de lo que quiero escribir es de lo que me transmitió el semblante de esta mujer cuando vi su foto… Lloré… Lloré porque vi la mirada de una madre, vi la mirada de una mujer llena de amor hacia sus hijos… No pude evitar ponerme en su piel y por un instante se me hizo un nudo en la garganta… Por un momento me sentí como si estuviera en la habitación fría de un hospital cualquiera y tal vez semiconsciente, imaginé sus últimos pensamientos, imaginé ese amor que desborda a toda madre que acaba de parir y que ya no iba a ser entregado a lo mas preciado que había en su vida… Casi pude ver como lloraba, rota de dolor, porque sus pequeños se iban a quedar sin ella… Casi pude ver a ese bebé recién nacido que no se verá reflejado en los ojos de su mamá mientras se alimenta de su pecho, que no tocará con sus manitas las de ésta, que no volverá a oír la voz de la que le trajo al mundo…
Quizá Caroline Lowell no volvió a estar consciente después del parto, quizá no llegó ni a tener ningún pensamiento, eso no lo sé, pero sea como fuere deseo que encontrara algún consuelo a todo ese dolor que se ha llevado con ella y que sepa que una pequeña parte de él se ancló en mi corazón al ver su rostro… Creo que toda madre podrá compartir una parte de ese dolor al conocer su historia… Lo único que me queda por decirte Caroline, es que tu alma descanse en paz…